(Hacia una ecología de la atención).

La ciudad de Cáceres está  amenazada por  la mina de litio que el mercado bursátil minero internacional pretende explotar a escasos metros del casco urbano: son 100.000 habitantes los afectados directamente, que de llevarse a cabo sí de verdad va a representar “otro modelo de vida para los cacereños”: una mina a cielo abierto es un atentado a la salud y bienestar por encima de otras consideraciones. Y lo es porque para extraer el litio, en roca, se necesitan voladuras reiteradas que no solo harán temblar a la ciudad de Cáceres, sino la situarán en un estado de “contaminación violenta” permanente. Ningún atentado minero lo es solo medioambiental.

No se trata de ir destruyendo paulatinamente una montaña a escondidas y sin polvo ni ruido porque así lo tapen unas pantallas… como si no pasara nada. No se trata del prometido “ya restauraremos el boquete, la balsa de efluentes y la nueva montaña de escombros”, como si de lejos estuviéramos contemplando un espectáculo que nos va a sacar de la miseria. Qué ciudad aquí, o en otro lugar, se va a beneficiar a cambio de arruinar la salud humana. Quién se atreve a denominar progreso, a conceder el visto bueno industrial y ambiental, bombardeando una ciudad entera, aunque “treinta años no son nada”. Porque así ven los promotores mineros a la ciudad de Cáceres, como polvo de litio, y lo que es más grave así lo sostienen desde las políticas mineras auspiciadas por la actual Junta de Extremadura: una nueva ciudad dorada que, bañada en litio, el denominado “oro blanco”, convierta en ricos a sus habitantes.

La plataforma ciudadana “Salvemos la montaña” se crea, se organiza y trabaja desde hace cuatro años precisamente para reclamar cordura institucional y situar la propuesta de proyecto minero en sus verdaderas dimensiones de impactos y consecuencias irreversibles, de salud pública y medioambiental. Las miles de alegaciones, de informes y estudios, la última cadena humana cacereña, el apoyo de más de 150 asociaciones, colectivos y organizaciones nacionales y europeas, siguen insistiendo que se revise, en este caso, tanto el apoyo financiero, como promocional e institucional europeo y regional.

¿Quiénes todavía dudan, a estas alturas, de la bonanza que los promotores siguen publicitando? Algunos siguen creyendo que aun tienen tiempo para que Infinity lithium (mercado de valores australiano) especifique su proyecto definitivo, entre ellos el partido Ciudadanos que por eso un exlíder regional ha pasado a engrosar las filas del negocio entre manos. ¿De qué tipo de negocio se trata?

Un negocio que en primer lugar la empresa minera ha manipulado con la información geográfica que aporta a los accionistas (lo venden como “Valdeflorez”, no Valdeflores, como “San José” que no Cáceres), de una empresa que solo busca beneficios bursátiles inmediatos aportados a través de cualquier noticia que implique que el proyecto sigue adelante…aunque al final no se pueda llevar a cabo. Dentro del capital financiero mundial al que nos obligan a movernos en un mercado globalizado, el principal componente del precio de una acción es el beneficio actual al que se suma la evolución prevista que se va actualizando día a día. Y en esto el presidente actual de la Junta de Extremadura, constantemente les está aportando señales positivas favorecedoras de tal estrategia de continuidad. Y lo lleva a cabo de todos los modos posibles, incluso deformando la legislación actual del procedimiento que ya ha sido jurídicamente denunciado. Y lo mantiene, y esto si es mucho mas grave desde el punto de vista democrático, sin haberse dignado recibir a la Plataforma Ciudadana para atender sugerencias y alternativas posibles, entre ellas la de declaración de paisaje protegido para la montaña de la ciudad.

Un negocio que en segundo lugar promete lo que no puede asegurar, dado que es de sobra conocido, tanto a nivel internacional, como regional que una mina a cielo abierto es la ruina cultural y humana del sitio donde se explota, como bien lo demuestra la abandonada mina de Aguablanca en Monesterio tanto en los puestos de trabajo prometidos como en la restauración correspondiente. Todo el mundo sabe cómo se extrae el litio en un terreno en roca para obtener un hidróxido prometeico.  Prometer que no va a dañar al Calerizo, y sus aguas subterráneas, al turismo cultural, a los hábitats del entorno no es nada comparado con las afecciones a todos los equipamientos e infraestructuras que componen un entramado urbano vivo al cual va directamente dirigido con apenas 500 metros de distancia. A una ciudad Patrimonio del Humanidad.

Un negocio en tercer lugar que se plantea para favorecer un mercado de baterías para vehículos elecctricos en España, apoyado por la UE frente a la competencia internacional china y estadounidense, pero del cual se pretende que Extremadura quede como simple extractora del mineral. Así lo acaba de plantear ante el Ministerio de Industria, vergonzosamente, el consorcio español Battchain que sitúa a la región como simple extractora de mineral dejando que las cadenas de valor sucesivas se instalen el País Vasco, Navarra y Sevilla: la fábrica de celdas, de ensamblaje, de fabricación de baterías extraíbles, de baterías de segunda vida, de ensamblaje en vehículos de última milla, ect.

Es decir, un nuevo capítulo de la” Extremadura saqueada” pero esta vez con todo el apoyo de un gobierno estatal y regional democráticamente elegido, donde todas las factorías asociadas al mineral extraído en la región optarán, además, a los fondos de recuperación de la crisis del coronavirus.

¿Y todavía, desde algunos sectores anestesiados por una política socialista regional de único apoyo a las grandes corporaciones apoyarán la proyectada para Cañaveral ( mina Las Navas) , dado que la de Valdeflores no saldrá adelante por razones tan evidentes de proximidad?

¿Tendremos que esperar a que el actual gobierno extremeño acabe con la socialdemocracia?  En un tiempo donde la mejora democrática implica tener la mayor capacidad inclusiva resulta preocupante que se siga pensando que todos los demás son estorbos. Y esa es la sensación cuando un presidente contesta e interviene en redes sociales y no abre espacios públicos para escuchar a los ciudadanos. Los integrantes del Plataforma No a la Mina merecen ser recibidos.

Sr. Presidente; ¿Tenemos que autorizar riesgos a sabiendas de su consecuencia? ¿A cambio de qué?